Sus características y colocación las convierten en productos similares a las preferentes de los bancos
Los afectados pueden recuperar el 100% de sus inversiones en los juzgados
Las aportaciones financieras subordinadas son similares por su comportamiento, características y comercialización a las preferentes, pero con la salvedad de que no son títulos de deuda de los bancos, sino de las empresas emisoras, en este caso Eroski y Fagor. Las aportaciones financieras no son más que títulos de deuda corporativa emitidas por las cooperativas para ampliar su capital, y las dos firmas acudieron a ellas con el único fin de conseguir financiación.
A pesar de ser emitidos por cooperativas, las aportaciones no deben ser confundidas con participaciones sociales en ellas, porque no dejan de ser títulos de deuda perpetua y subordinada que, como tal, llevan implícito un elevado riesgo como el impago, en caso de que la firma emisora se declare en quiebra. Además, su carácter subordinado sitúa al poseedor de estos títulos en una situación de desventaja al ser el último en cobrar en caso de dificultades.
Si las preferentes emitidas por los bancos iban ligadas a la obtención de beneficios por parte del emisor, en el caso de las aportaciones financieras subordinadas de Eroski y Fagor la rentabilidad quedaba relativamente garantizada, lo que las convertía en un producto atractivo. Sin embargo, los problemas para los afectados llegaron cuando quisieron recuperar su dinero y se les fue negado.
Eroski y Fagor emitieron estas aportaciones para conseguir financiación; sin embargo, la ley les impide comercializarlas y deja este papel a las entidades. Y las cajas y bancos las colocaron inadecuadamente, porque no lo hicieron a un público objetivo que conociera los riesgos. Lejos de actuar debidamente, los títulos se colocaron a perfiles a todas luces inadecuados (a jubilados y clientes sin formación financiera, principalmente), a los que además no se asesoró sobre las características del producto.
Las aportaciones financieras de Eroski y Fagor se han llevado por delante 845 millones de euros (660 millones en el caso de Eroski y 185 en el caso de Fagor) de un total de 40.000 afectados (30.000 de Eroski por 10.000 de Fagor) gracias a la complicidad de las entidades financieras, a quiénes las sentencias están condenando.
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